Dormitorio 003A - Angie Thompson

-Yo también, pero el sabor de tus labios es incomparable-seguimos besándonos apasionadamente.

No sabía que pasaría a continuación...

-Si, tú eres lo que quiero.

Sin darme cuenta agarré con fuerza el uniforme de Angie, con intención de quitárselo. Por un momento pensé que era mala idea, y que se asustaría, así que permanecí con las manos agarradas a su vestimenta, esperando que ella decidiese por mi...

Me quitó la capa rápidamente, y por tanto yo agarré su uniforme y lo lancé hacia atrás. Me pareció que sin querer había desgarrado el uniforme, pero este hecho se me olvidó al instante.

En un instante y casi sin darme cuenta, me había desecho de mi camisa, y por primera vez nuestros cuerpos chocaron el uno con el otro, sin despegar buestros húmedos labios ni un instante...

Agarré a Angie de los hombros y la arrastré hacia mi, mientras yo retrocedía. Mis piernas chocaron con la cama, haciendo que me tumbase encima de ella, y que Angie cayese sobre mi torso desnudo...

-Angie...lo que más me preocupa ahora mismo...eres tú.

Nos sumimos de nuevo en un profundo beso, y mis manos bajaban la falda de la enfermera. No sabía si lo que estaba haciendo era correcto. Ella era demasiado joven...

-Pero... tu herida...-me repitió.

No pensé ni por un momento que se trataba de una excusa. Sus mejillas estaban muy sonrojadas, y no me impidió que le quitase la falda. Se preocupaba por mi...

-Tranquila-dije acariciando su rostro-no pasará nada, te lo prometo.

Por un momento pensé que me había precipitado demasiado y pregunté:

-¿Estás segura de que quieres?

En ese momento no pude evitar derramar dos grandes lágrimas. Hacia mucho que alguien no me decía cosas así.

-Angie...me haces feliz como muchas otras personas no pueden. Del mismo modo te digo que te amo, quiero estar a tu lado...para siempre.

-¿Hay alguna regla del jardín que lo prohiba?-dije mientras la volvía a besar.

Después de que me quitase los pantalones, nos encontrabamos en ropa interior, y nuestros cuerpos estaban en pleno contacto. Agarré con las dos manos nuestra ropa interior. Al estar tan cerca el uno del otro pude deshacerme de ellas a la vez. Por fin, nos vimos completamente desnudos. El cuerpo de Angie era realmente hermoso...

De pronto, nuestros cuerpos se encontraron de la manera más especial posible.

-¿Quieres que lo haga?

-Tranquila...

Empecé despacio, con mucho cuidado. Nuestros movimientos eran acompasados y cada vez más bruscos. Nuestros cuerpos se encontraban cada vez más cálidos y húmedos. Coloqué mi cabeza al lado de la suya, y pude escuchar los leves gémidos que escapaban de su boca.

La abracé para disfrutar más de aquel momento. Nos invadía una calurosa sensación de placer...

-Vin...cent... - Intentaba hacer callar mis gemidos. ¿Y si nos oía alguien desde fuera?
Me sentía muy bien envuelta en su cálido abrazo. Deseé que el tiempo se detuviera en ese instante. Guardar para mi esos latidos.
Los movimientos eran cada vez más rápidos, no sabía cuanto tiempo podría aguantarlo.

Al oir pronunciar mi nombre de esa forma, una sensación extraña recorrió todo mi cuerpo, y me incorporé de manera que Angie quedó sentada encima de mi, y continué empujando, cada vez más fuertemente. Nuestros cuerpos cada vez eran más cálidos y las gotas de sudor recorrian la frente de Angie.

-Angie...te quiero...

Cerré los ojos con fuerza mientras me aferraba fuertemente a la espalda de Vincent.
-No creo... que pueda aguantar mucho más... - Dije jadeando
Aún seguía esforzándome para hacer el menor ruido posible, pero cada vez se me hacía más dificil.
El sentido del tiempo desapareció, no sabía cuanto tiempo llevabamos en mi habitación. Ni tampoco me importaba.

-Creo que yo tampoco...hagámoslo juntos.

Los dos nos moviamos rápidamente, y al final los dos alcanzamos el momento más placentero.

Poco a poco nuestros movimientos fueron cesando, hasta que nos quedamos mirándonos inmoviles.

-Te quiero, Angie.

La abracé más fuerte que nunca, no quería despedirme de ella. Lo que había ocurrido en otros ojos habría podido parecer una locura, pero en realidad era lo que los dos buscamos desde un principio...

-¿No te arrepientes de esto, verdad?-dije con voz temblorosa, pues no podría soportar perderla.

-Separarme de ti ahora es lo que más daño me causaría-le dije tiernamente.

Con un movimiento rápido me coloqué encima de ella, y mientras acariciaba su pelo dije:

-Eres preciosa.

-No digas tonterias - Dije apartado la mirada.
¿Qué ocurre tienes ganas de más o qué?