La maldicion del jueves

Giré mi cabeza hacia el inconsciente cuerpo de Squall, postrado en la cama de la efermería. Me sentía tan impotente, tenerle tan cerca y no poder hacer nada...
-Me... siento una completa inútil... no soy capaz... de proteger a nadie... - Dije con voz temblorosa. - Tengo qque convencer a Edea para que le libere de la maldición.

-Je... -Me rei un poco en medio de una sonrisa medio apagada- ¿Sabes? Hablas igual que el... Pero te recomiendo que te aleges de todo lo que se le parezca a una bruba si no quieres esperimentar una de las peores muertes conocidas.

-Pues sinceramente te deseo la mejor suerte del mundo. -Le aparte el pelo de la cara y la mire a los ojos.- No me estraña que le gustes a el.

Poco a poco empece a recuperar el sentido... ¿Que habia pasado?

Cuando volvi en mi vi como Shena empezaba a irse...

-Sheena, espera...

Me acerqué un poco a su cama.
-Dime. - Dije con ua sonrisa de regocijo, al ver que se encontraba bien.

-Que a pasado... -Dije mientras me incorporaba como podia en la camilla- ¿Porque estoy aqui?

Conocia perfectamente la respuesta pero queria saber que es lo que ella sabia.

-Te desmayaste en la cafetería, asique te trajimos para que te trataran, eso es todo. - Dije de manera serena. No quería que supiera que conocía todo aquello. Prefería que saliera de él, de su confianza en mi.

Los años de experiencia como ninja, daban sus frutos, y era muy fácil mostrar una actittud como aquella.

Sinceramente me alegre de que Sheena no lo supiera. No queria que se preocupara por mi y mucho menos que le entrara miedo... Esta vez estaba seguro de que romperia la maldicion, no por seguridad en mis habilidades sino porque no tenia mas remedio si queria que Sheena sobreviviera.

-¿A doden vas ahora?

-No te preocupes, mi suerte es indomable. - Dije mietras me dirigía a la puerta, despidiendome con la mano mientras me alejaba.

-En fin... -Mire a Squall- No sabes la suerte que tienes.