Llegué al jardin cojeando ligeramente, me paré frente a la puerta y me quedé mirando; un Scrab había salido de unos matorrales, rugió y me miró fijamente.
-Oh, dios, lo que me faltaba.Me quedé quieto, si hubiese echado a correr, me hubiera perseguido y golpeado con sus afiladas patas.
El Scrab se aproximó a mi y comenzo a darme con el morro.
-¡Qué raro, ya debería estar muerto! sin embargo... no parece que quiera hacerme daño.Extendí mi mano y le toqué la cabeza a la criatura, parece ser que no la importó. Di unos pasos hacia la puerta y el Scrab me siguió.
-Mmm... tal vez pueda usarte como mascota...Entré por la puerta del jardín seguido por el Scrab.
-Lo primero es preguntar al Director Cid a ver si lo puedo utilizar, sino... solo servirá para hacer deliciosos pastelitos en las Granjas Hostiles.